05 diciembre 2013

Ineludible


¿Qué era lo que me empujaba ineludiblemente a escribir y ahora ya no sucede? ¿Cierto temor a ver, reconocer mis sentimientos escritos en el papel, en las palabras? ¿Hay algún ruido que quiero callar, alguna situación que quiero eludir?
Y ahí está la voz que me canta, la respiración que siempre me calma, de ese ser que soy que nunca, nunca me deja sola y procura siempre mi claridad. Es intrínseco en mi vivir sincera y coherentemente con esa voz, esa pulsión, eso que siento imposible de reprimir. El arte me llama, y todo mi yo, mi no-yo, y todo lo que me conforma, lo dejamos fluir por el cuerpo, por la mente, como un refugio, como un medio para un fin mayor: el amor a la belleza y lo transparente, el amor a los colores, a ese río caudaloso que es nuestra esencia que se cuela por nuestros poros, no que se detiene. Amor a la vida, a lo que ES.

-MS
oct’13

“Uno Más”


Si pudiera ,ojalá, con estas palabras liberarte; si hubiera que soplar  para que te vayas con el viento; si fuera soltar esto que me amarra; si con otra acción sacara estos pensamientos que me invaden, que aparecen y de alguna forma alimento; si hubiera que apretar un botón para que la calesita dejara de girar… entonces… la melancolía… de eso que era y ya no es más,  que mutó, que no tiene retorno, de la fragilidad del instante, eso que nació y pereció, que casi ni respiró, ¡por eso! ¡por eso no vivió! Tan apretado, celado, resguardado, tanto miedo al amor.
Creo que ese miedo es una supremacía del EGO, que habla de un sentimiento de inferioridad, lo que muestra una profunda desconexión del todo.
¿Por qué no querés amar?
No puedo evitar el llanto, y así te suelto, no te juzgo y me perdono –porque me amo.
Me gustaba que me gustaras. Tener esa relación que teníamos. Aunque fuera para mi una evasión. Y ahora ya no me sueño contigo haciendo el amor –y no es sexo- sino dejándonos afectar por nuestros estados, nuestras sonrisas, esas cosquillitas cuando venías a por mi, de querer verte y mimarte, velar por tu interior, aceptando al otro como persona entera sin juzgar, acompañándonos, de esperar en silenciosa calma –y no tanto- que me vieras… a mi… entera… integral… deseando que dejaras caer ese muro, esa montaña, esa fortaleza que lejos de protegerte te hiere y aisla más.
Podrían decirme que eso es poner expectativas, y tendrían razón. Así es el amor loco y apasionado, que quiere compartir todo, despertar al otro, si… ya sé, lo resume la frase que dice “para quienes se identifican sólo con el pensamiento, el Kundalini seguirá siendo una metáfora”, y hasta que uno en lo más hondo del ser uno no experimenta el amor en su forma pura y esencial, incondicional, ese amor ‘maduro’ es metafórico. Por eso no puedo  interferir, cada cual tiene sus tiempos para  entregarse al sentimiento, surfear la ola, dejar que algo tan interno -que parece externo- se apodere de nosotros.
Mi tarea es soltar.  Confiar… el camino de la fe. Todo sucede, ¿por qué pensar que no sucederá esto también?

-MS